PACHAMAMITA

El mundo en el que habito no tiene orillas porque no se terminan las historias.
Sin historias no hay mundo de eso estoy segura.
Y no hay posibilidad de historias sin la gente y sin los escenarios dónde transcurrieron.
La memoria no es una capacidad del intelecto sino del corazón.
Laten las historias vividas y que nos cuentan.
Voces ancestrales recobradas nos hablan de los gritos de la tierra, es la misma Pachamama la que habla y nos pide que no la lastimemos para no lastimarnos .
Cielos y suelos, ríos y montañas, árboles, mares, océanos profundos de un azul tan intenso como aparece en los mapas escolares.
Existo porque existen .
Soy heredera de las cuatro estaciones: invierno, primavera, verano, otoño.
Desnudas, florecidas, calurosas, deshojadas verdades que atesoro en esos gajos que se hicieron árboles, con esas ramas que me dieron sombra.
Si no existieras Naturaleza yo te crearía como lo hizo Dios en esos siete días de la Historia.
Qué sería del mundo sin lunas y sin soles, una masa redonda, gris, opaca, deforme. Pero se sucedieron los días y las noches iluminando todo, inundando de colores el universo.
Pájaros de plumajes sorprendentes, montañas de colores, un pincel y un artista no podría pintarlos mejores.
La gran casa de todos tiene por techo la bóveda celeste y un piso césped, verde tierra, negra, roja, amarronada brindando su alimento prodigioso.
Pero cuando se enoja tiene tal terquedad que escupe lava, catástrofes, tormentas siderales, incendios, terremotos…
Madre naturaleza, Pachamamita, entiendo la justicia de tu enojo por estás necedades de lo humano que fábrica contaminación a cada paso que da por el dinero.
Cuando se pierdan selvas y se inunden los campos, y el aire y el agua estén envenenados, sollozara la especie de los depredadores, pidiendo tu clemencia suplicará el humano.