FONDO BLANCO

La noticia no deja de serlo cuando no la enfocan las cámaras. El miércoles pasado como muchos anteriores se juntaron los jubilados para protestar frente al parlamento, y al igual que muchas otras terminó con represión. 

Claro que como no ocupó un lugar central informativo en ese día, se invisibilizó.

Lo que no se muestra no existe, ojos que no ven… jubilado que cobra, y no precisamente dinero.

La orden que baja nación es clara, reprimir lo que sea necesario para congraciarse con un electorado tan roto que festeja que las fuerzas de seguridad peguen a los manifestantes.

En la esquina del Congreso, en una mesa, hablaban dos hombres mientras sorbían sus cafés. Uno le decía al otro: “vi como quedó la viejita que tiraron al suelo y se partió la cabeza” y el otro le respondió “está mal, pero le estaba pegando bastonazos a un policía”.

Como si eso fuera una justificación al cobarde accionar que fue ser cubierto por sus compañeros policías, en lugar de ayudar a levantarse a la anciana.

Estamos en la edad del pavo: quién comenzó primero. Sólo que no se trata de un juego de manos, porque los de azúl, que son “los buenos” como dijo Milei, tienen armas de fuego.

El concepto de no igualdad de responsabilidades es tan simple como poco comprendido para algunos, sobre todo los que están en el Gobierno y sostienen la “teoría de los dos demonios en la dictadura”.

Conceder el monopolio de las fuerzas es un acto que nos coartan una libertad en post de que la comunidad pueda organizarse en base a valores que no dejan correrse de un eje en donde uno pueda volverse perjudicial para el resto, esto trae consigo una gran responsabilidad para los hombres y mujeres del orden. En qué lugar entra que secuestran y torturan, desaparecen personas, los tiran de helicópteros, priven niños de su identidad, los vendan (porque ante todo hicieron grandes negocios gracias al robo, el nunca más económico es una gran deuda como sociedad). Los argentinos no suspendieron ninguna libertad con otro grupo, nada de dos demonios. Cometieron actos de lesa humanidad.

Y existe otro gran tema con respecto a las fuerzas y tiene que ver con su capacidad. Una actitud sesentista cada tanto vuelve a tomar forma y en casi todas las marchas aparecen fotos de manifestantes a centímetros de policías mostrándole un libro que es un manifiesto político, o la frase “estudia, no seas policía”, o la viñeta del oficial llegando a su casa después de reprimir y no tiene nada en su heladera queriendo mostrar que están equivocados porque en el fondo “somos lo mismo”, y quizá no… Probablemente al policía no le interese leer este manifiesto ni es como es porque no comprendió algún concepto psicoanalítico. Puede que el integrante de un cuerpo de las fuerzas quiera pertenecer a ese escalafón, en ese caso hay dos grandes grupos: los que comenzaron la instrucción para defender a la patria y los que no. Si querés defender la patria no le pegas a un jubilado, partiendo de esa base los que estaban en el Congreso no es que no leyeron filosofía, es que no tienen las facultades necesarias para comprender cuál es el sentido de su trabajo. Un gendarme que en lugar de defender la frontera está intimidando manifestantes en el Congreso no es un compañero que viste uniforme.

La Ministra Bullrich baja línea para reprimir a agentes del orden con nula capacitación, es como darle una navaja a un mono. Levantaron la figura de Chocobar, que párrafo aparte en diálogo con TN hace 15 días, relató que su principal fuente de ingresos proviene de la venta de medias y otros artículos en la feria de Saavedra, además de desempeñarse en el depósito de una mercería. “Compro medias, cordones y plantillas en Once y los vendo en un puesto que alquiló en la feria”, explicó. Aunque su situación económica es ajustada, se muestra agradecido: “Ahí me dan de comer, no me sobra nada. También trabajo un par de veces por semana en el depósito de una mercería en la calle Pasteur”. Esto es para los que crean que les importa algo la vida de los agentes a los gobernantes, si a este lo llevaron a la casa Rosada en el 2017 y ahora lo olvidaron por completo; imaginense lo que puede pasarle al que le pegue a un jubilado. 

En la represión es el único momento en el que algunos tienen la oportunidad de sentirse importantes, no hay que darle el gusto y que se queden con las ganas de reprimir. Obviamente manifestarse pero evitar la sangre en la calle, el libro en la cara del oficial, los gritos de una diputada de izquierda contra un cordón policial. Que Pato no lo festeje, no sólo por los compañeros y compañeras en la calle sino por ella. Hagamos el esfuerzo de que no pueda sentarse frente a la TV y descorchar.