Costa Urbana: el remake del modelo de urbanización de los ´90

El conjunto de la ciudadanía perdió un sector gigantesco de la Costanera Sur sin recibir nada a cambio. La historia detrás del último gran proyecto inmobiliario impulsado por Horacio Rodríguez Larreta.

La historia del predio conocido como la Ciudad Deportiva de la Boca, ubicado en plena Costanera Sur de la Ciudad de Buenos Aires, al sur de la Reserva Ecológica y al lado del barrio popular Rodrigo Bueno, se remonta a la década del 60. En 1964 el Congreso de la Nación sancionó la Ley N° 16.575, que autorizó la donación con cargo al Club Atlético Boca Juniors (CABJ) de 40 hectáreas de terreno a rellenar en el Río de La Plata. El cargo consistía en la construcción de una “Ciudad Deportiva” y la ley prohibía expresamente la venta del predio a terceros. Como Boca Juniors había rellenado mayor superficie que la permitida, en el año 1989 el Congreso sancionó la Ley N° 23.738, que aumentó la cantidad de hectáreas donadas hasta alcanzar la superficie que había sido efectivamente rellenada. Declaró cumplido el cargo, aun cuando la obra nunca fue ejecutada, y autorizó al club a vender el predio. En 1993 el Club Atlético Boca Juniors lo vendió a la sociedad Santa María del Plata por la suma de 22 millones de dólares. Y luego, esta sociedad nuevamente vendió en 1997 a la empresa IRSA, cuyos principales accionistas eran el magnate George Soros y Eduardo Elsztain, el predio de la ex Ciudad Deportiva de Boca Juniors (71 hectáreas) por 50 millones de dólares.

De esta manera, el conjunto de la ciudadanía perdió un sector gigantesco de la Costanera Sur sin recibir nada a cambio. Este terreno de más de 71 hectáreas no sólo es el terreno privado más grande de la Ciudad, sino que es uno de los pocos humedales que la Ciudad conserva.

Desde entonces, IRSA ha intentado la modificación de la planificación urbana para poder extender Puerto Madero hacia el sur en dichos predios. Tuvo reiterados fracasos legislativos con diversas composiciones parlamentarias. Pero la pandemia, la crisis económica y sanitaria, y la época electoral habrían alineado los astros para que avance la mega propuesta inmobiliaria.

Este jueves 19 de agosto, sin respetar las mayorías que la Constitución de la Ciudad establece para este tipo de proyectos (40 votos), sin Evaluación de Impacto Ambiental y sin Audiencia Pública previa tal como exigen la Constitución, el Plan Urbano Ambiental y el Acuerdo de Escazú, se aprobó en primera lectura el emprendimiento inmobiliario denominado Costa Urbana en estas tierras emblemáticas y estratégicas para la Ciudad. Este emprendimiento implicará la construcción de decenas de torres de 145 metros de altura. La superficie total construida alcanzará los 900 mil m2, destruyendo el actual humedal costero y generando un conjunto de impactos ambientales irreversibles para la Ciudad y en particular para la Reserva Ecológica Costanera Sur. Recordemos que la Reserva Ecológica es uno de los ecosistemas más protegidos en el mundo por tratarse de un sitio Ramsar.

Este proyecto es la síntesis de un absurdo ambiental, urbano y social. Los consensos globales, en el marco de la crisis climática, definen la importancia estratégica de recuperar los bordes costeros. Para mitigar eventuales ascensos del nivel de las aguas, recuperar sus humedales para preservar la biodiversidad y atenuar el impacto de las inundaciones y generar bio corredores que permitan el acceso de los vientos desde las costas para aminorar el efecto denominado isla de calor urbana. Estas megatorres de 145 metros van a modificar las condiciones de asoleamiento, la circulación de los vientos y van a generar un conjunto de impactos sonoros que pondrá en riesgo la biodiversidad de la Reserva. Además, como se trata de suelo de relleno ganado al río, para lograr la capacidad portante necesaria y proteger al emprendimiento de eventuales inundaciones, el humedal será rellenado y destruido modificando como consecuencia la circulación superficial y subsuperficial de las aguas incrementando los eventos de inundaciones en los predios linderos: la Reserva Ecológica y el Barrio Rodrigo Bueno. Este modelo de urbanizaciones, caracterizado por la ocupación y destrucción de humedales, ha tenido consecuencias dramáticas en la cuenca del río Luján, no sólo por la pérdida de biodiversidad sino por el aumento de las inundaciones. La ciudad de Luján se inundó en 2010, 2012 y 2014, al mismo tiempo que las construcciones suntuosas ocupaban sus humedales. Para mitigar las consecuencias de este modelo de urbanización, el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires deberá destinar miles de millones de pesos en nuevas obras de infraestructura.

Este emprendimiento no tiene por objeto resolver la emergencia habitacional de la Ciudad, que alcanza a 1 de cada 6 porteñas y porteños. Tampoco viene a dar respuesta a la demanda de vivienda suntuosa, ya que aproximadamente el 50% de Puerto Madero se encuentra desocupado. Este modelo sólo va a consolidar una nueva fractura espacial y urbana, entre el este y el oeste de la ciudad. Hacia el este la “Ciudad Ribereña” destinada a la población con mayores recursos económicos, que podrá disfrutar de extensas superficies de espacios verdes, amplia conectividad y mirada al río. En cambio, hacia el oeste, la “Ciudad Mediterránea” caracterizada por el colapso de los servicios públicos domiciliarios, la falta de equipamiento urbano, el transporte público saturado y la crisis ambiental derivada de la contaminación. Y para que la “Ciudad Ribereña” pueda desarrollarse, el gobierno porteño tiene en agenda la construcción de un mega colector cloacal denominado Colector Baja Costanera, que va a colectar los efluentes cloacales de los emprendimientos suntuosos ubicados en las tierras públicas ribereñas para luego, prácticamente sin tratamiento, volcarlos mediante un emisario al río. Este mega colector es básicamente un gran conducto que va a recibir y transportar los efluentes cloacales de estos emprendimientos inmobiliarios, hasta un sistema de rejas donde se retienen algunos elementos sólidos para finalmente con un conducto denominado emisario volcar el líquido cloacal al rio. Esta obra, cuestionada ambientalmente, nos va a costar al conjunto de la ciudadanía porteña, más de 160 millones de dólares.

Y aunque la conjunción de los poderes inmobiliario, político y económico pareciera ser invencible, en contrapartida, el pasado 22 de agosto el movimiento ciudadano marcó un nuevo récord cuando miles de porteñas y porteños, con la consigna HUMEDALES SÍ TORRES NO, recorrimos la ciudad en bicicleta y abrazamos la Costanera Sur para rechazar la construcción de megatorres en plena costanera. En el mismo sentido, cientos de espacios y asambleas urbanas, ambientales, feministas, sociales, sindicales y políticas presentamos en la legislatura un proyecto de ley alternativo con el apoyo de más de 5000 firmas para recuperar estas 71 hectáreas de humedales y transformarlas en una nueva reserva ecológica.

Costa Urbana es la síntesis de un modelo de ciudad caracterizado por el despojo de nuestros bienes comunes, que comenzó hace más de treinta años con la privatización de la costanera y el modelo de urbanización de Puerto Madero, y que se profundizó y consolidó en estos 13 años de gestión macrista en la Ciudad.

Luego de la aprobación en primera lectura del proyecto de Ley N° 1831-J-2021, en la sesión ordinaria del 19 de agosto de 2021, que tiene por objeto aprobar el convenio urbanístico que autoriza el emprendimiento de Costa Urbana, desde la Legislatura de la Ciudad se dispuso fecha para la realización de la audiencia pública correspondiente al procedimiento de doble lectura. El 15 de octubre se dará inicio a la audiencia pública y la inscripción comenzará a partir del 15 de septiembre.

 

Fuente: Observatorio de la Ciudad