LA BENDICIÓN DE LOS AÑOS IMPARES

Oficialmente comenzó la bendición de los años impares. Somos muy poco agradecidos con este grupo de números, a saber: tenemos elecciones.

La semana contó con el desembarco de un millar de vacunas, proposiciones prometedoras en la Asamblea Legislativa y hasta con un alegato fabuloso de la Vice.

La búsqueda de fidelización del electorado, hace que los opositores tiren bolsas mortuorias en Plaza de Mayo. Eso no puede quedar en el olvido, ya que al haber sido pocos manifestantes los medios le dieron escasa repercusión en los días posteriores.

Más bolsas que militares, perdón, que militantes de derecha había en la plaza. Eso no puede quedar impune, si no es en la justicia que sea en la memoria colectiva.

Hay algo que resulta incomprensible para algunos, sobre todo para quienes se arrogan ser los dueños de la democracia. Los que acusan de ser o no democráticos, esos centenarios que respaldan al partido radical, uh me equivoque otra vez, los que respaldan al centenario partido radical y ponen como mejor presidente de la democracia a Arturo Illia. Quien llegó a Presidente con los votos de los electores, porque en ese momento las elecciones eran indirectas. Esos electores provenían de la UCR, del Partido Demócrata, del Partido Socialista Democrático de Américo Ghioldi (embajador argentino en Portugal en la última dictadura).

¿En serio su baluarte democrático es la persona que llega por votos conservadores y prohíbe la participación de conciudadanos en elecciones? ¿Cuál es la idea de democracia que tienen?

Está claro que no es la nuestra, y por eso las elecciones libres son un hecho para festejar.

El PJ en las legislativas del 2001 estuvo cerca de duplicar la cantidad de votos de la UCR entonces gobernante. Fue el principio del final de la alianza, las conversaciones con el Fondo ya fueron distintas y quedó simbolizada la huida del Presidente De la Rúa en un helicóptero cuando la Casa Rosada estaba rodeada de manifestantes.

Cuatro años y algunas semanas más tarde, Néstor canceló en un sólo pago la deuda pagando 9.800 millones de dólares.

Mauricio Macri presidente venció en las elecciones legislativas del 2017, y la vuelta al Fondo trajo aparejada que una vez culminado su mandato debamos honrar una deuda de 52 mil millones de dólares.

¿Creen que en el 2023, es decir, cuatro años después de que Macri dejó el Gobierno se saldará esa deuda?

De la Rúa no terminó su mandato y cuatro años más tarde se pagó una deuda de 9.800 millones de dólares. Macri terminó su mandato y nos dejó 52 mil millones que no se saldará en cuatro años.

Bien, entonces en la débil democracia que existe en Argentina parece que es más efectivo para el pueblo que el Presidente no termine su mandato.

Es loco eso, tanto cómo elegir como mejor Presidente a un proscriptor.

Esto se debe a lo endeble que resulta la democracia tan sacralizada, con idiotas que cuando Mauricio Macri no es que se iba a la banquina sino que hacía lo que tenía que hacer, decían hay que darle tiempo.

Tiempo se le da a un practicante, a un pasante, no a un Presidente.

Obviamente esto también corre para Alberto Fernández, pero cuando hablamos del aumento en productos de industria local que suben por falta de regulación de importaciones. No por las negociaciones que se hacen para pagar los platos rotos de la desastrosa gestión que lo antecedió.

Por eso son tan valiosas las elecciones, quizá el arma más noble de la democracia. Si hubieran comicios todos los años y todos los candidatos estuvieran en campaña constante se notaría lo burdo de la oposición, habría más aumentos salariales, más obra pública, más peso sobre una inefable e infame corporación judicial. Todo el tiempo tendrían que seducir al votante.

Bendito sea el año impar porque trae consigo la necesidad de que los gobiernos tengan que acercarse a la primera verdad: en donde la verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo.