Quizá no estemos yendo hacia el modelo de la política peruana como se dice.
Quizá, y sólo quizá, vamos virando lentamente pero sin pausa hacia un modelo boliviano.
No por comparar el MAS con el PJ, sino por la apatía producto de malos gobiernos e implosión que relegan a un partido que supo ser el más fuerte del país.
El análisis es completamente político y electoral así que no incluye al peronismo en su conjunto sino el PJ.
Hace años que vemos un incipiente choque con la realidad. El justicialismo venía banquineando. Desde el 2011 que ningún candidato a Presidente es originalmente PJ. Scioli no lo era, Alberto Fernández a quién insólitamente le dieron la presidencia del partido no lo fue, y Massa tampoco.
En 1983 el PJ perdedor tuvo que reinventarse, y hasta Menem que ya había sido gobernador se colgaba del slogan de renovación que tanto impulsaba quien fuera su competidor en las internas, Antonio Cafiero. En 1999 la renovación fue otra persona que también era gobernador.
Desde el 2015 no hay gobernador presidenciable, ni recambio, ni renovación.
La renovación no es tirar a los viejos por la ventana sino cambiar el status quo, porque para luchar contra el que avasalla los derechos hablando de casta armamos una lista en la que nos repartimos los cargos los viejos popes que perdimos las elecciones.
Excelente.
Para colmo están orgullosos de que “como en toda buena negociación” ninguno salvo Juan Grabois quedó conforme.
El balotaje es con votos prestados, uno elige al que NO quiere que sea presidente en lugar de la afirmativa. El 54 por ciento de Milei en principio se va a dividir en otras opciones, además están los desencantados que por no encontrar alternativa probablemente no asistan a las urnas.
Al PJ le conviene que no haya mucha asistencia porque son votos que principalmente pierde Milei. Es entendible que exista un desencanto con el oficialismo porque es hacia su gestión, la gran pregunta es cómo puede ser que exista desencanto con la oposición.
Si el PJ retiene sus votos tendría que ganarle a Milei. No pareciera ser que es lo que pase.
Quizá sea porque está todo roto, la dirigencia y la sociedad que no encuentra amparo en ningún dirigente.
Quizá por eso, y sólo quizá, estemos yendo al modelo boliviano.
Dos legisladores para uno, dos para el otro, y 3 para uno más. Así es muy difícil.
Cristina dijo que ella no era más conductora e instó a que agarren el bastón de mariscal. Tiempo más tarde mandó a cortar a Ricardo Quintela cuando asomó la nariz, y a Axel Kicillof que le exigen sometimiento. Así es muy difícil.
Que cambie todo para que no cambie nada es el lema, el emblema nacional hoy es un lamento boliviano.