EL FORTÍN ES UN PATRIMONIO CULTURAL VIVO

Diez pizzerías fueron reconocidas como emblemáticas en la ciudad de Buenos Aires. La Asociación de Pizzerías y Casas de Empanadas (Apyce) y el Ministerio de Desarrollo Económico de la Ciudad entregaron la distinción oficial de “Pizzería Emblemática Porteña” a los establecimientos que preservan la auténtica tradición de la pizza argentina.

Lo que define a estas pizzerías es su significado más allá de un comercio gastronómico. “Es un patrimonio cultural vivo que forma parte de la memoria colectiva de los barrios y de la historia de sus comunidades”, explicaron desde Apyce.

Argumentaron que son puntos de encuentro social y cultural, que han sido y son testigos de generaciones de vecinos que las eligen para sus celebraciones, encuentros familiares o una simple comida compartida. Además, son polos de atracción para turistas que buscan vivir experiencias auténticas y conocer los sabores que identifican a la pizza argentina.

“Estos establecimientos fueron y siguen siendo responsables de que nuestra pizza tenga sus propias características, hoy ese estilo ya es reconocido internacionalmente”, sumaron.

El objetivo del premio es “reconocer la trayectoria y el aporte cultural de las pizzerías, preservar las técnicas tradicionales de elaboración, poner en valor su rol social y barrial y fortalecer su atractivo como destino turístico y gastronómico”.

Para entrar en esta honorable distinción se piden tres requisitos: la producción artesanal en el propio local, más de 50 años de trayectoria y el uso de hornos tradicionales.

El Fortín se distingue por seguir su tradición familiar. Inició en 1962, cuando lo fundó Don Perfecto Purdón, quien fue seguido por su hijo Sergio y su nieto Sebastián. Fueron ellos quienes, con el paso del tiempo, la convirtieron en un templo de la pizza de Buenos Aires.

La fugazzetta rellena es una verdadera joya de la gastronomía argentina: una pizza gruesa, generosa, cargada de queso y coronada con abundante cebolla. Su origen porteño y su sabor inconfundible la convirtieron en un clásico de culto para los amantes de la buena pizza.

Entre todas las versiones que se sirven en Buenos Aires, la de El Fortín, histórica pizzería de Villa Luro, se ganó un lugar especial en el corazón (y el paladar) de miles de fanáticos. Lejos del microcentro porteño y de la Avenida Corrientes, lugar donde se encuentran las pizzerías más emblemáticas, se encuentra este restaurante que -para muchos- es responsable de la mejor fugazzetta rellena.

Muchos podrían suponer que su nombre es un homenaje a Vélez Sársfield, club de Liniers apodado como el Fortín, pero no es así. Lo cierto es que cuando adquirieron el negocio ya había sido bautizado de esa manera.

Cuando se fundó sólo estaba la entrada al barrio con controles policiales que con el tiempo se conoció como «Fortín».

Este último podría ser el motivo más lógico de su nombre, pero su origen aún no está claro, también podría estar relacionado con la ubicación estratégica del local cuando era una zona prácticamente despoblada y sin desarrollo.