Con el tiempo la Argentina post Milei nos demostrará que tan roto quedó el tejido social. Con la desconfianza de que todos sean casta, de que los gremialistas son mala palabra, que lo privado es bueno en desmedro de lo público, que siempre pero siempre, esconde algún afano.
Esto es posible gracias al voto ciudadano de la mayoría de habitantes con posibilidad de ir a las urnas, y sostenido por los funcionales-funcionarios.
Entre ellos, el ejército de trolls cuyos nombres no existen. Se dio la particularidad la semana pasada que uno de ellos bajo el seudónimo de “La Pistarini” publicó en redes sociales que estaba viajando (sic) “con el pelotudo de Dillon”.
Luego se viralizó la reacción del rapero cuando dio con el twittero en el avión, y este último decidió ajustarse a la pasividad del asustadizo.
Previo a ello, hubo una investigación colaborativa para que Dillon de con la persona que lo había ofendido. Claro, bajo el pseudónimo La Pistarini (usando el pronombre LA simulando tácitamente ser una agrupación) y reivindicando al aeropuerto “porque la única salida es Ezeiza” era imposible conocerle la cara.
Sin embargo, se usó un viejo tweet donde un libertario que destina horas en criticar otros usuarios lo “escrachó” con foto, nombre y apellido real, porque decía que esta persona lo estaba hostigando.
Gracias a ello, Dillon apuró a La Pistarini.
Ese es el hecho noticioso para encuadrar la reflexión de la editorial. Por un lado, que Pistarini quede asociado a una persona con tan poca hombría siendo que fue el Ministro de Obras, que entre otras cosas hizo el Aeropuerto que lleva su nombre pero también los edificios de la Fundación Evita, las casas de tránsito, hoteles en la costa, barrios residenciales (los famosos chalets Californianos, emblema arquitectónico que usó el primer peronismo).
Que la fusiladora no le perdonó que haga obras para los que menos tienen y lo acusó de irregularidades en la obra del Aeropuerto para perseguirlo y detenerlo. Inclusive murió estando detenido e inhibido de sus bienes. Su nombre y la cara del twittero no combinan.
Y para cerrar porque pasa el tiempo y cambian las modalidades, pero el fondo es el mismo. Alfredo Yabrán dijo que el poder es tener impunidad, y también “sacarme una foto a mi es pegarme un tiro en la frente”. Hoy detrás de un aparato con internet todos se sienten impunes, eso da poder. Sin embargo son moneda de cambio porque se venden entre el mismo ejército de trolls.
Cuando se enteren que Alberdi no hablaba de la misma libertad de la que hablan ellos, cuando entiendan que Pistarini es algo más que un lugar donde ingresan y egresan aviones, ni por asomo va a compararse a cuando los que escriben “van a correr zurdos” descubran que Shakespeare escribió «Es mejor ser dueño de tu silencio, que esclavo de tus palabras».