La forma y el fondo, lo cualitativo y lo cuantitativo son algunas excusas o términos usados para describir algo más gráfico. La contundencia de un paro.
Es un paso de comedia habitual en los medios salir a la calle con sus movileros y preguntar a comerciantes, personas que pasan por allí, colectiveros, quién sea ¿Cuánto tardó en llegar a su trabajo? y seguido a eso ¿Si notó menos gente que entró al negocio, o tomó ese transporte público o vio en la calle?.
Con esto se apunta a desacreditar a quienes motorizaron el paro y no a las razones que lo fundamentan. Ubicar al gremialismo como antagonista del gobierno es pan para hoy y hambre para mañana, primero porque es un saco que le queda bien a ambos. Qué mejor para un gremialista decir que está en contra de un Ejecutivo que propone ajustes al trabajador, aunque se de el oxímoron de sindicalistas que públicamente apoyan un gobierno empobrecedor; y por otro lado porque la imagen del gremialista ya está desacreditada, por lo que puntualizar sobre ellos el cese de actividades es subestimar un malestar social. Que cada vez apoya menos al gobierno.
Hay un cuadro más que revelador acerca de las causas de los paros generales. Es el clásico mapeo de cuantos hubo en cada presidencia, pero sumados la caída real del salario en esos gobiernos.
Por ejemplo, el ranking lo lidera Raúl Alfonsín al que se le hicieron 13 paros generales, ese número es más que sabido y repetido pero también lidera otro ranking siendo el presidente desde el retorno a la democracia cuyas medidas le provocaron el mayor desplome a los salarios reales que cayeron en un 28 por ciento. Ese dato no se menciona.
Mientras que a Nestor se le realizó un sólo paro general y el salario real creció en un 60 por ciento. Se entiende la relación.
Entonces con ese dato se termina la gran incógnita que marca cuando es momento del momento de parar. Van pocos meses, hay que darle tiempo, etc. Desde que asumió Milei el poder real cayó un 19%, sumado a los despidos, dos paros quedan cortos.
Sin embargo, el Gobierno acusó recibo hoy cuando mencionó que el paro significó un freno de $500 millones de dólares a la economía. Un número que sólo se ve cuando el trabajador para pero no se refleja en los ingresos el resto de los días en los que concurre al trabajo.
Lo peligroso, en cuanto a lo político, es que al ritmo que vamos la dirigencia no va a lograr canalizar el reclamo. Què sucede si el ingreso se sigue deteriorando, llegamos a un número cercano al 70 por ciento de pobres y el gremialismo no logre ser un dique de contención para la forma de manifestarse.
Lo cual no está muy lejos, no hay que quedarse con los datos del INDEC porque es un relevamiento sobre el promedio del segundo semestre del año pasado. Siempre el índice avanza mirando el espejo retrovisor del auto y hay mucho tiempo entre lo que se mide y cuando salen los números. Quizá no sea una universidad de referencia pero los estudios privados son los que con más rapidez arrojan los datos y la UCA anuncia que la pobreza está cerca de poner el 7 por delante del 0.
Si llegamos a eso, y los dirigentes no están a la altura, sumado al desencantamiento de un sector grande que creyó sin mucho ingenio no ser la casta, y a la posible depresión en la economía va a ser un caldo de cultivo muy complejo. Nada bueno trae la desorganización, más cuando es una obviedad que sólo la organización vencerá al tiempo.
El paro no sirvió como válvula de escape en la olla a presión, que aunque pretenda ocultar, cada vez es más evidente en el seno del gobierno.
El pueblo argentino aguanta. Pero hay una casta, la verdadera, que cree que va a aguantar todo y cuando los pueblo agotan su paciencia hacen tronar el escarmiento.