Primero fue el tiempo de la película Match Point de Woody Allen, la pelotita pega en la red y no se sabe para donde cae. Las ideas de Milei eran difíciles de implementar. Al poco tiempo eso quedó claro y para sorpresa de nadie la pelota cayó del lado del liberalismo salvaje dando por terminada la pavada anarco capitalista que aun algunos se animan a llamarlo al gobierno.
El gobierno tal como lo planteó Javier Gerardo terminó, y comenzó otra cosa. Lo “nuevo” con olor a humedad.
A esta altura, habiendo pasado el tiempo de gracia, esa luna de miel de 100 días que se le da a los Gobiernos tenemos un Ejecutivo que se ufana de su aprobación siendo que es el Presidente que menos tiene a casi seis meses de asumir comparado con los últimos periodos. Lo cual no significa que sea poca aprobación pero recuerden lo que era Alberto Fernández a poco de comenzar la pandemia, que lo querían todos y como terminó.
La estadística esconde dos mentiras: la primera es la intencionalidad que tenga y la segunda la forma en la que uno la lea. Te pueden decir que cuentan con un alto porcentaje de apoyo, pero otro dirá que de perder en los próximos seis meses las adhesiones que mermaron en los primeros seis Milei se tendrá que ir al campo donde dijo esta semana que iría cuando deje de ser Presidente.
Los arrepentidos que confiesan su pesar poco importan porque el pesar es popular. Este Gobierno macrista sin Macri ataca las formas, quiere cambiar los nombres a edificios, o renombra salones de la Casa de Gobierno, y también al fondo cuando aumenta sideralmente el número de pobres en este país.
Lo primero es lo más fácil de resolver, cuanto más rápido rompan todo será más fácil que venga un gobierno que diga ser contrario a este y reponga los nombres cambiados, pero cuando una fábrica cierra no se abre de la noche a la mañana.
Todavía cargamos la cruz de una deuda que tomaron estos mismos dirigentes que hoy se encargan de la economía. Una pandemia mundial dejó menos secuelas que la brutalidad de sus actos.
¿Qué tan malo puede ser un gobierno? Tanto como lo dejen ser. Una muestra de solidez libertaria es la desideologización interna del peronismo. Da bronca ver como cuidan sus quintas, y más aún pensar que pisan toda flor que quiera florecer en el pantano que hace años no quieren dejar.
Esta semana el gobierno logró darle media sanción a un proyecto de Ley que no da beneficios a la sociedad. Ya no digo pueblo humilde, ni trabajador, sino también a esa clase que cuando habla de sociedad dice “la gente”. A ellos también y fueron sus votantes, de manual macrista sería si en poco tiempo vemos a algún dirigente opositor desfilando por tribunales. Es el circo de los gobiernos que nos quitan el pan.
Hay varias cuestiones además de las privatizaciones, o la vuelta al impuesto sobre ganancias, que son novedosas porque no se las mencionaba mucho y tienen que ver con el RIGI por ejemplo. Un régimen que permite que pasando tres años puedas hacer lo que quieras con el dinero obtenido sin tener que argumentar la salida de los capitales, lo generado aquí podrá ser sacado del país sin declarar. Una medida que juega en tandem con el blanqueo, con el cual también podrán ingresar dinero sin declarar y comprar una empresa que quizá sea de algún amigo, que explote la materia prima generando casi nula fuente de empleo y a los tres años se lleve la plata. Legalizar lo ilegal ¿Qué tiene eso de anarco capitalista?
Si la dirigencia no se ordena estamos complicados porque el pueblo está empobrecido y desordenado, y si el agua no sigue un cauce se disipa y genera filtraciones en toda la pared.
A la CGT no le queda otra que marchar si sus afiliados cobran miseria, se acabó lo que era “para siempre”. Cuando Gutierrez ganó la gobernación en Neuquén los medios decían “ganó como Gobernador un hombre que cuando nació ya estaba su partido gobernando la provincia”. Bueno, el Movimiento Popular Neuquino perdió esta elección. Con la camiseta sóla ya no se ganan los partidos.
Milei habría pedido entradas de protocolo para presentar un libro en la Feria a lo que el Presidente de la Fundación El Libro contestó “si quiere entradas que las pague porque NO HAY PLATA como para regalarlas”. Realizando investigaciones exhaustivas y a modo de primicia podemos decir que el Jefe de Estado no iba a realizar la presentación del libro que promocionan sus mascotas mediáticas en La Nación + sino que trabajó mucho en reversionar la novela “El sabueso de los Baskerville”, donde Conan, perdón Arthur Conan Doyle se inspiró en un mito urbano sobre Richard Cabell, un hombre que cuando falleció, en la noche de su entierro apareció un fantasma con forma de perro caminando por todo el páramo y aullando en su tumba. Desde esa noche, se puede encontrar el fantasma, por lo general en el aniversario de su muerte. Si este no se va de caza, es posible encontrarlo en su tumba aullando y chillando.
Paradójicamente la traducción que llegó a España de ese libro se llamó “El mastín de los Baskerville” , raza de perro que el Presidente consulta a la hora de tomar decisiones.
Ese mastín de Conan Doyle era un perro fantasma, como Conan el mastín de Milei. Ambos aterrorizan al pueblo pero como la realidad supera la ficción en este caso la culpa no es del perro sino del que le da de comer.