LOS IMPOSIBLES

Juan Grabois habló, o mejor dicho gritó, en Puente Pueyrredón frente al Movimiento de Trabajadores Excluidos “algunos gauchos y algunas gauchas acá estamos dispuestos a dejar nuestra sangre en la calle para que no siga habiendo hambre en Argentina”.

No debe haber un mayor discurso que ese “para la tribuna”.

El sinuoso Grabois pone un pie en todas las canastas, de tomar té con la Ministra de Desarrollo Macrista, Stanley, a querer comulgar con el Papa y hablar con Cristina.

Con un discurso ambiguo confunde a los desprevenidos. “Ningún gobierno en la historia Argentina se fue por aumentar el salario mínimo, las jubilaciones o poner un refuerzo de ingresos para los sectores populares, todo lo contrario”, dijo. No hay discurso más medio pelo que ese. Claro que para tomar esas medidas es necesario tocar intereses, y esos poderes fácticos no lo van a dejar como si nada.

El proyecto de estatización de las AFJP, aprobado el 7 de noviembre del 2008, contó con 162 votos afirmativos y 75 negativos, fue uno de los más simbólicos de los tantos en los que el FPV y el PRO estuvieron en veredas opuestas.

En la estatización de YPF, aprobada en mayo de 2012 por 208 votos afirmativos, 32 negativos y cinco abstenciones; el FPV lo hizo a favor y el PRO en contra.

En el proyecto de movilidad jubilatoria, aprobado en 2009, la oposición, incluido el PRO, votó en contra. En la creación de la comisión bicameral para investigar la complicidad empresarial con la dictadura, el bloque PRO se dividió entre 14 abstenciones y 6 ausencias.

Difundir que los ricos ganen menos y los pobres más es limpiar su culpa de clase. Porque luego de que se vaya el modelo que impulsaba esas reformas llegó el que votaba en su contra, y lo encontraron a él dialogando con la Ministra Stanley que en sus palabras “no tiene mala leche pero es la señora que reparte limosna”, después dijo que era “una buena mina”.

Cuesta disociar personas de personajes cuando tienen la misma imagen. Es decir, Borges pensaba de tal manera pero en ficción escribía de otra, lo mismo sucede con Vargas LLosa o con algún cantante. Pero hay quienes dicen “ah no… Baby Etchecopar cuando se apaga la cámara no sabés lo agradable que es” Pero su personaje es ser él mismo. Hay una incompatibilidad allí. Es el caso de Carolina Stanley, no se entiende el juzgamiento personal y no político de una ministra.

Que los ricos ganen menos y los pobres más, es un pariente lejano de la frase “con cualquier Gobierno yo tengo que laburar igual”. Es una obviedad que no cuestiona las tensiones que marcan el pulso político.

El peronismo anhela la unidad nacional y no la lucha. Desea héroes, pero no mártires. Dice una de las verdades, por lo que decir “estamos dispuestos a dejar la sangre” no es una idea cercana al movimiento. Para que se entienda mejor, han ocurrido bombardeos, fusilamientos y desaparecidos pero en todo caso son los autores de esos hechos los que deben responsabilizarse y no los que pusieron los cuerpos. Lo dijo en un lugar donde a pasitos fueron asesinados Kosteki y Santillán, no por la crisis sino por la policía. ¿Suena poético lo de dejar la sangre en la calle?¿Qué es ese discurso de barricada? La manifestación en la calle, no la sangre.

Ningún peronista debe sentirse más de lo que es ni menos de lo que debe ser. Grabois se vende como más de lo que es. En su voz dice que están los sin voz, sin embargo desde que los representa, lejos de achicarse, cada vez son más.