EL APOSTADOR

30Siempre fue así, desde que se presentó en la primera reunión de consorcio. El era el nuevo y parecía que hacía años vivía en el edificio donde todos los presentes éramos propietarios menos él, que justo vino a alquilar el departamento al lado del mío.

Después de tres años vacío y cuando me había acostumbrado a la tranquilidad viene este tipo.

Para mí un creído de no sé qué, medio chismoso por los comentarios que hizo sobre unos vecinos que no vienen a cuento que lo cuente porque yo no soy chismosa.

La cuestión es que habla fuerte y en el lavadero para que lo escuché. Nuestros lavaderos son lindantes.Yo salgo a colgar una ropa y el sale y no para de hacer comentarios desubicados como ese de que la ropa interior negra es más sexi. Al final terminé colgando en el baño ese tipo de ropa porque me resultaba insoportable oírlo .

Trate de no cruzarlo, pero cada vez que escucha el ruido del ascensor, está justo al lado de su puerta y para mí tiene la oreja pegada a ella. Luis, porque así se llama, sale y dice con esa impertinencia que lo caracteriza, esperame que cierro la puerta, yo también bajo y ahorramos un viaje con lo caro que está todo, y se ríe como si hubiera dicho algo gracioso.

Parece que estos viajes en ascensor lo inspiran porque el otro día dice hay que poner los pies en la tierra, no se puede vivir siempre en las nubes (vivimos en el piso 12), y trata de explicarme cómo si yo fuera una tarada.

Luis es insoportable, y su mascota, un perro que ladra de la mañana a la noche es tan insoportable como él.

Hace dos días tocan el timbre de mi departamento, era muy tarde, miro por la mirilla y era él, por la hora pensé que algo malo le había ocurrido y yo si alguien está en desgracia me solidarizo aunque se trate de Luis.

-¿Qué pasa Luis?

– ¿Puedo pasar?

– Es tarde pero decime qué necesitás

– Mira vengo de pasear a Tito (nombre de su perro creo que no se los dije antes), y resulta que había una revista en tu buzón.

– Yo no compro revistas Luis .

– Alguien la habrá puesto ahí entonces.

– Ponela en el buzón del encargado, él preguntará de quién es mañana.

– ¡Noooo! Él no puede verla.

– ¿Por qué?

– Porque la abrí y estás vos totalmente desnuda.

– Luis, ¿qué tomaste? ¿Estás loco?.

– ¡Loco por vos! Che, ¿todavía no te diste cuenta?

– Mira Luis, anda a dormir .

– Hasta Tito está enamorado de vos, ¿viste como te ladra?

– ¡Basta Luis! Hasta mañana.

– Che no sé que me gustó de vos porque sos una amargada, y te digo algo, mañana va a ser tarde. Yo sé lo que te digo.

Abrí la puerta, pensé que Luis no estaba bien y… ¿si hacía una locura?, la culpa me perseguirá toda la vida. Ya les dije que soy solidaria y un poco tonta también.

Cuando le abrí, Luis muerto de risa me dijo: 

-Perdón vecinita, jugué con mis amigos que me abrías la puerta porque soy muy convincente.

En ese momento se asomaron tres cabezas de hombres en la puerta de su departamento, y seis manos lo aplaudieron diciéndole ganaste la apuesta.