Pobreza*

Soy pobre… porque no tengo propiedades ni posesiones,
porque ni acumulo, especulo ni vivo de la ostentación;
porque no habita en mí la esperanza, de la que también carezco.

Porque mi filosofía no es la de la necesidad más bien
de la sustentación que puedo permitirme, y que elijo.
Por eso soy pobre en lo material,
que solo ocupa apenas el valor de lo imprescindible, nunca el del deseo;
entonces no me quejo, lucho por la justicia y la equidad,
no reclamo ni anhelo para mi lo que los otros no tengan.
Ni reniego de mi condición envidiando placeres y lujos ajenos.
Mis privaciones son el resultado de la opulencia de los poderosos;
y no quiero parecerme a ellos ni pagar su precio en la consciencia,
por la «felicidad» de la que disfrutan, sin apenas darse cuenta.
porque ésta, también, como todo lo que no se usa, se atrofia.

Si a mis insuficiencias le sumo la envidia;
si mis penurias diesen lugar al odio, o peor al resentido rencor,
y en la ingenuidad de mi estúpida idea de la salvación
entregase mi tiempo ella, desangrándome en conseguirla,
entonces cambiaré la pobreza por miseria,
y tal vez pueda ser rico, pero al precio de convertirme en miserable.

El mundo no será mío, como alguien dijo refiriéndose a los pobres,
porque de él nada nos pertenece, salvo nuestra conducta,
la verdad que anida en nuestro corazón, y el auténtico amor
que sentimos por la vida, y por quien nos acompaña en ella.

No pagaré por ello castigos ni recibiré premios;
no me serán devueltas recompensas ni en ésta
u otra vida (si la hubiese); ni obtendré perdones divinos.
Pero sí tendré algo que muy pocos conocen: dignidad.

*Por Carlos Nieto