El Ágora de la palabra

“Espacio colectivo, nacido en Grecia (aunque reseñado en muchos de nuestros pueblos originarios), en el que los ciudadanos debatían la cosa pública”.

Este sitio de la palabra, como bautizamos el espacio que sucede a la meditación, pretende reproducir aquel significado histórico donde las personas reunidas no confrontaban, no discutían, y menos se peleaban por imponer sus apreciaciones de la realidad (que no pasaban de ser dudas o incertidumbres) por tanto eran expuestas con humildad, más con la finalidad de aprender y aportar que la de ganar debates.

En nuestro Ágora de la palabra, ésta es el centro (como en la meditación lo es el silencio), la fuente de agua y manantial desde el que surgen los temas que nos interesan intercambiar nuestras visiones de la realidad. Las personas somos, en estas reuniones, como los antiguos edificios que delimitaban la plaza desde donde surgían los planteamientos que mejorarían la vida. El protagonismo es el de la palabra, nunca el nuestro; y de ellas emanan las cosas buenas que necesitamos, como por ejemplo recuperar la armonía propia para después contribuir a la del entorno en el que desarrollamos nuestra vida.

El nuestro, como en su momento el griego, es una invención para lograr la reconstrucción de los significados que hemos ido perdiendo, o mejor dicho tergiversando encandilados por el poder que nos conduce al dominio, el sometimiento, y la relevancia por sobre todos.                                         

Recuperar el objetivo de intercambio de visiones de las realidades que nos habitan, es el sentido de este espacio, el “ Ágora de la palabra”, por eso el estado meditativo alcanzado en el tiempo anterior atraviesa la palabra y la rescata de nuestra habitual forma de discutir los temas.

Conceptos emparentados

Agorafobia: El miedo a los espacios abiertos, en la tradicional visión del mundo psí; no lo es para nosotros, sino el temor a decir lo que sentimos; a expresarnos con la autenticidad y la inocencia que nos dicta el sentido propio que construimos desde nuestro historial personal, y el que se deriva de lo elaborado de las vivencias ajenas.

Que no es solo lo aprendido, copiado, y pegado, sino aquello que discernimos, confeccionamos con los materiales de nuestras destrezas por la existencia, nuestra intuición, y todas las que se suman al criterio propio que nos hace únicos.

Así que, en este espacio de la palabra auténtica, nos esforzamos por desprendernos de estereotipos de información y pensamiento uniforme, y nos abocamos a otro tratamiento de lo que nos interesa; aunque las conclusiones no acudan todo lo rápido, ni sean tan concluyentes, como el acostumbramiento al que la cultura actual nos tiene habituados.

Agorismo: Se refiere a la teoría política que quiere demostrar los beneficios de la “sociedad anarquista de mercado” que muchos delirantes representantes políticos, pretenden. Usando la contraeconomía y reemplazando el trabajo asalariado por el autoempleo; potenciando el individualismo en denigración del comunitarismo, la meritocracia sustituyendo necesidad y capacidad, para terminar inventando una sociedad de la desigualdad, de la supremacía de los que más tienen, y de la injusticia excluyente.

Desde el estado psicosocial al que la meditación nos invita, pretendemos alcanzar la libertad, de pensamientos, y de conductas, haciéndonos conscientes del mundo en el que vivimos, y el que deseamos; de la realidad que nos somete y de las realidades paralelas que se tornan invisibles porque nos enceguecen los destellos y ruidos vertiginosos que nos prometen paraísos de felicidad si nos sometemos a su modelo.

Dije psicosocial y parece hasta una contradicción, toda vez que la meditación parece estar dirigida al individuo solitario que busca su “salvación” y no la del mundo en el que vive; o en el mejor de los casos la sanación del mundo a partir de la de él. No como las revoluciones históricas donde se imponía todo lo contrario.

Pero no es una contradicción, ya que en sí mismo solo se puede concebir como el resumen, o la síntesis, de ese inconsciente colectivo que nos involucra a todos, ese arquetipo de la totalidad que todos somos.

Por eso es que la libertad que propone la meditación es la emancipación de todos los poderes, del modelo filosófico que nos encuadra, del económico que nos asfixia, del laboral que nos oprime, del psíquico que nos neurotiza, y del social que nos aliena.

Estas reflexiones fueron pensadas para la tarea que nos convoca en las jornadas de meditación que practicamos conjuntamente en Oga; consideraciones que nos encuadran, nos orientan, y nos ayudan no distraernos con los cantos de sirena de esta vida de confort, y “placeres”/responsabilidades tan agobiantes como frívolas, sumadas a la medicalización de la vida que nos pretende “normales”, según los cánones aceptados universalmente.                     

Creo que los grupos compartirán conmigo la importancia de transmitirles a los amigos de La Gaceta de Versailles, y a los de Facebook de Oga, Cultura y Transformación, y a cuanto curioso y buscador-explorador de los “caminos de la vida”.

Si fuese así, tarea cumplida.

*Dr. Carlos Nieto

Oga Cultura y Transformación.