CRÓNICAS MARCIANAS

Hace unos días un hombre cayó desde la galaxia más lejana en un lugar que desconocía, un desperfecto en su nave lo hizo aterrizar de emergencia en un verde cerca de un país.

Al acercarse despacio, aunque con prisa, se cruzó con una lugareña a quién le preguntó dónde estaban.

Sonriente, la mujer le explicó que eso era “El Reino del Revés”. Y comenzó a recitarle:

Me dijeron que en el Reino del Revés, un contrabandista propone la Extensión de Dominio por decreto.

Que los gatos no hacen miau y dicen “si, se puede”, aunque le gusta mucho tomar deuda en inglés.

Me contaron que un ladrón es vigilante y otro es juez, y que la culpa siempre es del que se fue.

Me susurraron que los economistas están arruinando la economía y que cuatro años duran una eternidad.

El forastero exclamó ¡Si, en mi casa la conocemos!, es esa que dice “Me dijeron que en el Reino del Revés un señor llamado Andrés tiene 1.530 chimpancés que si miras no los ves”.

La mujer lo miró desconcertada y negó conocer esa estrofa, en su lugar cantó “me dijeron que en el Reino del Revés hay un señor llamado Blanco Villegas, y que tiene un 51 por ciento de gorilas (que si miras no los ves)”. Había coincidencia en la última parte.

El extranjero le agradeció, siguió camino mientras pensaba “vamos a ver como es el Reino del Revés”.

Le pareció curioso cómo las personas paraban unos transportes terrestres a los que llamaban “taxis”, y cual hormigas subían y bajaban de ellos sin lugar aparente a dónde dirigirse.

Decidió juntar coraje y levantar el brazo hasta que uno paró frente a él. “¿A dónde va, jefe?” preguntó el taxista. “Lléveme a la casa de Gobierno del Reino del Revés” dijo el turista.

“Muy bien maestro, pero va a estar jodido llegar porque hay un par de tipos que no tienen otra cosa que hacer que ir a protestar. Que vayan a laburar”.

Ante tal afirmación, el extraño pidió saber por qué protestaban. La respuesta que encontró del otro lado fue “es que aparentemente los echaron”. Aunque raro, al extranjero ya no le pareció tan trastornado que en el Reino del Revés haya quienes de forma peyorativa digan “vayan a trabajar”, a otros hermanos que piden reincorporación laboral.

En definitiva están pidiendo lo mismo, pero el odio comenzó a colarse por los poros del turista.

Sortearon las movilizaciones y el aparato que transmite sonidos en el taxi empezó a decir que el Gobierno del Reino del Revés, con muy buen tino, había rebajado la competitividad de su moneda para subir la competitividad de empleos.

El forastero abombado por tanta información contradictoria decidió bajarse del vehículo. Tenía ganas de vomitar pero no por lo que había escuchado, sino porque empezaba a pensar que tenían razón.

Se metió en un local dónde los precios aparecían varias veces remarcados en las pizarras. Quiso comprar un agua y notó que le pedían más plata del precio que indicaba la góndola. Asemejándose a un paisano del lugar comenzó a los gritos diciendo “los comerciantes son unos chorros, reconozco por lo que escuché que el Gobierno será malo pero la culpa de que este lugar no cambie es de los ventajeros comerciantes”.

Nada sabemos que fue lo que siguió ocurriendo en el local, pero sí que cuándo salió un joven en situación de calle le pidió una moneda a lo que el ahora ex-extraño vociferó “no tengo un mango amiguito, y ¿sabes por qué? Porque el anterior Gobierno fue malo”.

El ex-extranjero no reparó en que culpaba no tener dinero ahora por algo que había ocurrido hace un tiempo. Aunque el actual Ejecutivo haya tomado acciones erróneas.

Él solamente había escuchado, él se llenó de odio, él se convirtió en un ciudadano del Revés hecho y derecho.

La irracionalidad se cobró otra víctima: a él.