NO-TICIAS

Fehlleistung es una palabra que sin saber de alemán solemos tenerla presente. Se trata del nombre que Sigmund Freud usaba para nombrar al “acto fallido”. Lo reprimido que logra burlar a la censura que lo mantiene oculto.

Cuando se conocieron los resultados electorales del 2015, la primer declaración de María Eugenia Vidal como Gobernadora electa de la Provincia de Buenos Aires fue “Cambiamos pasado por presente”… es obvio que la semana pasado no haya querido emitir opinión con lo sucedido en Moreno. Bueno en verdad, todo acto es político y el escribir por las redes sociales una misiva donde decía no querer hacer declaraciones acerca de la explosión que generó dos nuevas víctimas de su impericia, docentes en esta caso, declaró implícitamente que era mejor no decir nada para, precisamente para evitar la utilización política. Puede ser por aquello de que “el silencio es salud”, un lema que probablemente haya mamado de pequeña.

El humano como animal político o zoon politikón, se escribe con N Rozitchner. Lo creó Aristóteles… Aristóteles era un filósofo Rozitchner.

Perdón, es que le explico al asesor propagandístico del Gobierno, el ignoto pseudo filósofo Rozitchner, ese que dijo que nunca vió a un Gobierno que vaya tan fuerte contra los que menos tienen. Literal, eh.

En un momento decían que era él quien le escribía los discursos al Presidente, ahora entiendo cuando en Jujuy confundió el término “progreso” con “pobreza”; o cuando dijo que con los aumentos está “tratando de hacer lo mínimo posible”; “hay gente que cae en la escuela pública”; “en algunos lugares sobra agua y en otros falta”, ahora sumó el decir que un escape de gas es “un problemita”.

Sigue con la línea de Marcos Peña, quien en el Congreso anunció como algo beneficioso el aumento de la matrícula en la educación privada, luego se corrigió y dijo que quiso decir pública; otra vez dijo que habían diseñado “un sistema de tarifas y subsidios para proteger a los más tienen”.

En término Freudiano, el YO siempre puede disculparse tras un acto fallido diciendo que no era eso lo que quería, pero siempre alguna verdad ha quedado revelada.

Para otro análisis queda la maldad que esconden sus frases, todo con tal de que la yegua no vuelva. En cuanto al mundo animal, personalmente prefiero la yegua al burro.

La maquiavélica pregunta es como tapar algo malo. La respuesta Durán Barbesca es apostar al descreimiento del otro. ¿Cuántas denuncias escuchó culpando a Néstor? ¿Puede ir preso un muerto? La cuestión es machacar en su credibilidad: “¿Vieron que tanto hablan de él? Al final era un chorro”.

En 1968, Arturo Jauretche publicó en su Manual de Zonceras un capítulo llamado “Dice La Nación…”, en él hacía referente a que la gente tomaba lo publicado por cierto y para autentificar lo que hablaban decían “¡Si, yo estoy seguro! Lo leí en La Nación”. Añares pasaron y se publicó en ese matutino una novela de cuadernos con demasiados puntos flojos, pero que muchos zonzos cayeron en el lazo.

Es todo ganancia para el Durán Barbismo: lo publica un medio, la gente no se repregunta las cosas y en el caso que descubran su poca veracidad se quema la evidencia y a otra cosa. Que todo quede confuso, que los K hayan estado detrás de todo y que en todo caso son tan malos como nosotros.

Bien, lo descrito acá es llevarlo todo al terreno lógico y filosófico. Las preguntas, los porqués y la búsqueda de respuestas. Las premisas y las conclusiones.

Una cosa tapa la otra y quedaron lejos los aportantes truchos, pero según Nietzsche “no aterra que hayan mentido, sino que ya no se les pueda creer”.